Iván Archivaldo Guzmán Salazar, hijo del Chapo Guzmán, es oficialmente el segundo hombre más buscado de la DEA. Él es el protagonista, de alguna manera, de “La CH y la Pizza”, corrido interpretado por Fuerza Regida y Natanael Cano, y cuyo video de YouTube tiene más de 120 millones de reproducciones. Los números son muy similares en plataformas de streaming. 

“Órdenes del señor Archivaldo” suena en “El Rápido” de Peso Pluma, quien actualmente es uno de los artistas más escuchados no sólo en el mundo. Peso Pluma tiene dos de las cinco canciones con mayor número de streams a nivel global, y es el mismo que canta sobre capos, drogas y uso de armas. 

Peso Pluma en el talk show de Jimmy Fallon / Foto: IG @pesopluma

Para muchos, esto es inconcebible. Dicen que ver a Peso Pluma en el talk show de Jimmy Fallon ya no es “chistoso”. El argumento más grande es porque los corridos tumbados y bélicos que canta, son una “apología del crimen e incitan a la violencia”. ¿Pero es verdad esto?, ¿los narcocorridos y los corridos tumbados o bélicos forman parte del problema o son una consecuencia? 

Platicamos con algunos expertos para abrir una conversación que es complicada, pero de la que en los últimos meses se han revelado varias problemáticas que van desde la discriminación hasta el estigma. Pero para empezar, nos hemos de ir a lo básico. 

Natanael Cano y Fuerza Regida en el video de “La CH y la Pizza” / Foto: YT FUERZA REGIDA

¿Qué es un corrido? 

No se sabe a ciencia cierta de dónde salieron los corridos, pero las apuestas siempre apuntan a que es un producto del mestizaje durante la colonia española en el territorio de México y Latinoamérica. En términos simples, los corridos son relatos de un episodio específico de cualquier tipo, ya sea real o ficticio. 

Aunque suene medio choteado, los corridos son un canto del pueblo para el pueblo que ha ido evolucionando. Por ejemplo, en la época revolucionaria en México, a inicios del siglo XX, los corridos tuvieron distintas funciones que iban desde ser un medio de difusión (sobre todo para la gente que no podía leer los panfletos), hasta una forma de motivar a las tropas relatando las hazañas de las figuras revolucionarias, incluso funcionaron como propaganda. 

Pancho Villa / Foto: División de Impresiones y Fotografías de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos

Nuestra manera más cercana de entender los corridos son como una expresión musical, mas no un género. Y eso es importante. Si bien en nuestro país se popularizaron entre bandas de norteña o regional, insistimos que los corridos narran sucesos específicos bajo la visión de un autor más allá de la melodía y la armonía.

Para que se den una idea de la extensión de los corridos, “El gran varón” dentro del género de la salsa, es un corrido. Y ni qué decir de “La rebelión” sobre la llegada de los esclavos africanos al territorio de América del Sur. En otras palabras, los corridos no son exclusivos del regional o la música norteña. 

Los narcocorridos y los corridos tumbados y bélicos

Los narcocorridos se distinguen por relatar historias relacionadas al narcotráfico, los capos, sus orígenes y las actividades delictivas. El primer narcocorrido se registró en la década de los 30 y habla de Pablo González, mejor conocido como El Pablote, un traficante de marihuana y opio.

“El Pablote era temido en todita la frontera. Y quién lo habría de decir, que de ese modo muriera”. 

De “El Pablote”, narcocorrido sobre Pablo González

Ahora bien. Existe algo llamado el corrido enfermo, el cual surgió durante El Movimiento Alterado de 2010 y cuya característica principal es el contenido hiperviolento mientras la música es igual a la del narcocorrido. Son canciones que funcionan más como un canto de guerra donde se habla de acciones específicas de extrema violencia como formas de tortura y asesinato. 

“Van y hacen pedazos a gente a balazos. Ráfagas continuas que no se terminan. Cuchillo afilado, cuerno atravesado para degollar”.

De “Sanguinarios del M1” de Movimiento Alterado

Los corridos tumbados se distinguen por integrar ritmos de hip-hop, rap, trap o reggaetón. ¿Y los corridos bélicos? Musicalmente hablando es casi idéntico al corrido tumbado, pero el relato del “belicón” es más violento, justo como su nombre lo indica. 

“Aquí me despido, sigo en la labor. No quiero disturbios, quiero discreción. Si la andan cagando, se van pa’l panteón. Soy el belicón”.

De “El Belicon” de Peso Pluma y Raúl Vega

La narcocultura y sus expresiones

La narcocultura “es un proceso sociocultural que contiene los mismos elementos de la cultura dominante, nos explica la doctora Anajilda Mondaca Cota, experta en el tema de narcocultura. Es decir, contiene creencias, tradiciones, identidades, mitos, lenguaje, moda, prácticas sociales, productos y expresiones artísticas como la música (y los narcocorridos). 

Algunos estudiosos consideran que la narcocultura es una subcultura, pero este no es el caso, ya que esta última se manifiesta de formas visibles. El tema con la narcocultura es que se encuentra en “expansión constante” y sus atributos dejan de ser evidentes (por ejemplo, la vestimenta). Y eso va relacionado con las personas que participan en ella. 

Imagen de la película ‘El infierno’ / Foto: Bandidos Films

Están aquellos que actúan de forma activa y están involucrados en el fenómeno del narcotráfico. Y del otro lado están los que sólo congenian con muchos de los elementos que se desprenden de la narcocultura.

La doctora Mondaca nos comentó que “la narcocultura impone modas y tiene sus seguidores, y estos seguidores no necesariamente van a formar parte de grupos de narcotráfico, simplemente simpatizan con esos elementos.

Esto quiere decir que la inmersión del narcotráfico en la cotidianidad ha hecho que las personas se encuentren más cercanas a él, y que al mismo tiempo, haya una reivindicación de la identidad.

En 2020, una niña celebró su cumpleaños con temática de “sicaria” / Foto: Especial

Los narcocorridos como expresión de la narcocultura

De todos las expresiones de la narcocultura, la doctora Mondaca cree que la más importante, al integrar todos los elementos, es la música. Es en los narcocorridos donde se encuentran “complicidades, corrupción, lamento sobre la pobreza, sobre lo que vivieron” independientemente de si es o no una ficción.

Los narcocorridos son la representación de un contexto en relación al narcotráfico y la violencia que se desprende de las actividades criminales. No se puede negar su existencia, pues esa violencia, esos delitos y ese fenómeno, existen y reflejan una realidad.

Son el pretexto también para conocer parte de la historia de los pueblos, sobre todo en Sinaloa y su capital, Culiacán, considerados como la cuna del narcotráfico. 

La música que hace emblemática a Sinaloa no nació de la nada. Nació de un problema del cual se dieron las condiciones para que se expandiera, que permitieron que este fenómeno creciera como hasta ahora. Por eso hablo de que la narcocultura no solamente abarca elementos de ostentosidad, lujo y consumo, sino también tiene complicidad, corrupción e ilegalidad, esos otros elementos que están en la otra cultura“, nos comenta. 

Foto: Reuters

La evolución de la narrativa: del narcocorrido a los corridos tumbados y bélicos 

La música, así como cualquier otra expresión cultural, se encuentra profundamente ligada al contexto social en el que se crea. Los narcocorridos no son ajenos a esta experiencia. Las temáticas, los personajes y por supuesto el nivel de violencia que se refleja en sus letras, cambia con los años. Los corridos también evolucionan con el panorama que los rodea. 

El primer narcocorrido o corrido de contrabandista, como les decían en esas épocas, se registró en 1931. Se llama “El Pablote” y cuenta como lo dice la propia letra, las hazañas de un viejo traficante bautizado como “Rey de la Morfina”. 

No es coincidencia que fuera en el Código Penal de exactamente el mismo año, 1931, cuando se consolidaron por primera vez en la historia nacional los crímenes llamados “Delitos contra la Salud”.

Entre las páginas firmadas por el presidente Pascual Ortiz Rubio, repletas de delitos del siglo XX, como Piratería, Rebelión o Espionaje, se encuentran penas de hasta siete años de cárcel a quienes trafiquen con sustancias prohibidas como morfina u opio. 

La evolución de los narcocorridos en su contexto social se haría visible, de nuevo, 50 años después, en la década de los ochenta y noventa. En esos años se súper popularizó la música relacionada con el tráfico de drogas por una amplia cobertura mediática. 

Por ejemplo, se registraron los primeros narcocorridos en la Sociedad de Autores y Compositores de México. De acuerdo con la investigación del historiador Luis Astorga, en esa época también comenzaron a conocerse los cárteles, y los narcotraficantes que encabezaban estos grupos recibirían atención inesperada.

Se convirtieron en un personaje histriónico principal y subversivo en la industria cultural, señala el investigador. 

Caro Quintero / Foto: Cuartoscuro.

Los narcocorridos de esos años reflejarían historias donde el dinero, el trabajo del narcotráfico y las historias del “bandido-héroe” que salió de la pobreza, tomarían los reflectores. Se escuchan, como ejemplo, en algunas canciones de Los Tucanes de Tijuana: 

“Dicen que gano dinero sucio no lo niego (…) pero el dinero aunque esté muy sucio quita el hambre, analícenlo bien. La pobreza ni en cine es bonita”.

De “El cártel de a Kilo”

“La pobreza lo llevó a escoger este camino (…) cambió su miserable destino. Primero era el ahijado y ahora es el padrino”.

De “El Chaca”

Temáticas similares se ven en otros corridos dedicados a la vida de personajes históricos del narcotráfico como “El niño de la tuna”, dedicado al Chapo Guzmán.

Los narcocorridos durante los primeros años de la Guerra contra las drogas

Con la llegada del nuevo siglo y el aumento exponencial de la violencia en la guerra contra las drogas del sexenio de Felipe Calderón, los narcocorridos reflejaron, una vez más, el giro sangriento de la realidad en México.

En 2010 surgen los corridos enfermos del Movimiento Alterado. La historia del “bandido-héroe”, ahora, contaría también las proezas violentas, las torturas y los asesinatos de sus protagonistas. Un ejemplo es “Sanguinarios del M1”, narcocorrido dedicado a Manuel Torres Félix —el Ondeado—, un conocido sicario del Cártel de Sinaloa.

Chapo Guzmán / Foto: Getty Images.

En el Movimiento Alterado, también, se retratan momentos críticos de la violencia en México como la guerra interna de los grupos del crimen organizado por el control de la costa del Pacífico. Échenle una oreja, nada más, a la historia que se cuenta en el de “Cárteles Unidos”.

“Era la guerra y estaban en el contexto de lo que llamaron la guerra contra el narcotráfico”, explica la doctora Mondaca. “Su foco era mostrar la violencia que se estaba desarrollando en ese momento”. 

Entonces, ¿qué realidad se está representando en los nuevos narcocorridos conocidos como bélicos y tumbados? Para empezar, podríamos decir que tienen muy clara la realidad tecnológica y el valor de las redes sociales.

¿Y ahora de qué hablan los corridos tumbados y bélicos?

La noche del Culiacanazo, una tarde oscura de violencia en Sinaloa, ocasionada por la detención y después liberación de Ovidio Guzmán, fue el 17 de octubre de 2019.

De acuerdo con una investigación del doctor César Burgos en la revista Encartes, reveló que el 18 de octubre de 2019 a las 5 de la mañana, ya se había publicado el primer corrido contando la experiencia. Menos de 12 horas después del evento, en chats de WhatsApp ya se compartía el narcocorrido de “Ovidio Guzmán (el rescate)”. 

Foto: Especial

Desde el principio dije, ‘Estos corridos tienen más felicidad’”, bromea la doctora Mondaca. 

Los corridos tumbados o corridos belicos tienen temas similares a los que se han retratado en la historia de la música de contrabando. Se habla de la vida en el narcotráfico — “El Belicon”—, del respeto a personajes históricos del cártel — “El Azul”—, a figuras actuales —”La CH y la Pizza” y como sucede, siempre se presentan letras de orgullo a su lugar de origen —”Mi Terre CLN”. 

“Creo que van 100 años, te lo juro, de música relacionada al tráfico de drogas”, comenta el psicólogo Jorge Valenzuela, nacido en Sinaloa. “Hay una proximidad, la gente tiene un montón, un chingo de años viviendo eso, ¿entiendes? Se adaptan a las circunstancias y  hay cercanía al fenómeno. ¿Y qué sucede? La gente empieza a generar significados, a generar simpatía, valores, y empiezan a aceptarlos mucho más”.

La prohibición y el estigma

En mayo de 2011, la Secretaría de Gobernación emitió un comunicado apoyando la prohibición de los narcocorridos en Sinaloa a partir de acciones legales como sanciones o extrañamientos a quienes transmitieran (en radio, televisión o cine) narcocorridos. La prohibición se dio por la Ley Federal de Radio y Televisión en su artículo 63 (la cual ya está abrogada): 

“Quedan prohibidas todas las transmisiones que causen la corrupción del lenguaje y las contrarias a las buenas costumbres, ya sea mediante expresiones maliciosas, palabras o imágenes procaces, frases y escenas de doble sentido, apología de la violencia o del crimen”. 

El Komander / Foto: Cuartoscuro

En 2013, el Ayuntamiento de Chihuahua aprobó una reforma que prohibía la interpretación de los narcocorridos. La restricción era directa hacia quien la interpretara en eventos que tuvieran permiso de las autoridades municipales del estado bajo el pretexto de evitar la violencia y evitar daños a la juventud de la región. 

Y apenas el 22 de mayo de 2023, en Cancún, se cancelaron conciertos de El Komander y Grupo Firme a partir de la prohibición de los “espectáculos públicos que fomenten la violencia”. La noticia llegó a semanas de que maestros del SNTE pidieran en Nayarit la prohibición de “ese tipo de música” tras la difusión de un video donde niños cantan “Ella baila sola” de Peso Pluma y Eslabón Armado.

Pero esta medida parece ser contraproducente. ¿Cuál ha sido el resultado de la prohibición y los juicios que se emiten?

Grupo Firme / Foto: Curtoscuro

El peligro que corren los músicos 

El documental Narcocultura de Shaul Schwartz (2013), sigue a dos protagonistas. El primero es un forense de Ciudad Juárez que con el paso del tiempo, ve el aumento exponencial del número de crímenes, pero también cómo su vida y la de sus colegas corren peligro todos los días. 

El otro es el vocalista de los Buknas de Culiacán, un estadounidense de ascendencia mexicana que escribe narcocorridos por encargo (al mismo tiempo que lo vemos entrarle, junto a su banda, al Movimiento Alterado de los hermanos Adolfo y Omar Valenzuela, oriundos de Sinaloa).

En una de las escenas más reveladoras, se muestra cómo es que el cantante escribe algunos narcocorridos por encargo. Recibe la llamada de un traficante, este le dice su apodo, el tipo de arma que carga y las actividades que realiza (como cruzar droga en cierta parte de la frontera). Escribe la canción y pronto, el autor se ve con el interesado, la canta, se aprueba y luego se graba.

Imagen del documental ‘Narcocultura’ con Los Buknas de Culiacán / Foto: MUBI

Los traficantes les cuentan sus historias o les dan ciertas pautas para que ellos lo cuenten. Entonces, es muy riesgoso, ¿sabes? Es muy riesgosa la vida de los músicos porque literal se exponen muchísimo a la información, a qué se debe contar“, dice Valenzuela. 

Y en realidad, es lo que se cuenta y en dónde. Hay varios casos conocidos de asesinatos de músicos en relación con los grupos criminales, la producción de narcocorridos y la región donde fueron interpretados en vivo. El asesinato de Chalino Sánchez (Rey de los Corridos) en 1992 y el de Valentín Elizalde (Gallo de Oro) en 2006, son dos de los casos más populares de represalias directas del narco contra artistas.

Pero hablamos de dos intérpretes populares que en los años de sus asesinatos, estaban en la cima de sus carreras. Pero hay otros tantos músicos, desconocidos, que se encuentran entre una tradición musical, la realidad de un ingreso económico inmediato y el riesgo de perder la vida. 

Valentín y Tano Elizalde / Foto: Especial

Están los riesgos que corren los músicos al hacer narcocorridos y también los señalamientos que caen sobre ellos respecto a su trabajo. Pero al final, nos dice Valenzuela, funcionan más como chivos expiatorios cuando se prohíben los narcocorridos o se hablan de las canciones como apología al crimen.

Terminas afectando hasta cierto punto a las personas que se dedican un poco a eso. Y es mucho más expiatorio. Al fin y al cabo son expresiones culturales… Los músicos allá en Sinaloa ganan dinero porque a la gente se les antoja escuchar corridos y no pueden pagarle a Peso Pluma, ¿me entiendes?“. 

Pero sí alcanza para los chirrines, que son las bandas locales que tocan cualquier canción que les pidan, incluidos, o sobre todo mejor dicho, los narcocorridos. ¿Cuál debería ser la diferencia entre unas agrupaciones y otras que se adecuan a las necesidades de los consumidores? 

La popularidad actual de los corridos sobre narcotráfico y violencia 

Estamos conversando sobre este tema porque es sorprendente el alcance que han tenido los corridos tumbados y bélicos en los últimos años (y con mucha mayor intensidad en los últimos meses). Ya lo mencionamos con Peso Pluma, Natanael Cano o Junior H.

Pero en realidad, el boom en el consumo de estas canciones no es nuevo. Desde siempre, los corridos asociados al narcotráfico han sido un éxito en México, en ciertos países de América Latina y en las regiones latinas, sobre todo mexicanas, de Estados Unidos.

Natanael Cano en Coachella 2022 / Foto: Getty Images

Y se debe a varias razones, pero hay dos que podrían ser más determinantes. Primero, la tecnología y el alcance de las plataformas que reproducen y facilitan el acceso a la narcocultura, y en este caso, a los corridos tumbados o bélicos. 

En segundo lugar, la narrativa. Ya lo decíamos antes. ¿Sobre qué se canta ahora?, ¿qué se celebra? y ¿cuál es la imagen de los nuevos exponentes de los corridos sobre el narco?

El estigma y la discriminación contra los jóvenes

Aquel que escucha un narcocorrido no necesariamente está involucrado en las atrocidades por las que los grupos criminales son conocidos. O tal vez sí. Entre ambos grupos hay un común denominador, y es el consumo de este tipo de música. 

Surge así un tercer grupo, bastante amplio, que denosta los narcocorridos o corridos tumbados y  bélicos en su valor musical (lo cual es subjetivo en cualquier género o forma). Es una situación muy similar, desde hace años, con el reggaetón; y en realidad, lo mismo sucedió antes con las cumbias o la música tropical, por mencionar algunas. 

Pero la crítica sobre la calidad musical es lo de menos, pues en realidad se juzga el contexto social y económico de quien lo produce y lo consume. Hablamos de los músicos y cómo se ven afectados, pero también están los consumidores.

El cantante de “corridos bélicos” Luis R. Conríquez / Foto: Facebook/

Escuchar y que te guste un narcocorrido o corrido tumbado o bélico, dice la doctora Mondaca, no te convierte en un sicario, halcón, puntero o distribuidor. Pero pensarlo y decirlo, casi asegurarlo, es lo que alimenta la polémica y hace que el estigma se refuerce muchas veces“.

¿Quiénes son los principales afectados? Los jóvenes, desde luego.Siempre ha existido ese estigma de considerarlos como personas que no piensan, que no saben tomar decisiones, que no tienen seriedad. No es por ahí“, reitera la doctora Mondaca. “Porque entonces, ¿qué opciones les estamos dando al denostarlos, al estigmatizarlos, al despreciarlos y al criticarles?“.

No son muchas, pues la realidad es que los jóvenes son las principales víctimas de la violencia, pobreza, discriminación y exclusión. El psicólog Valenzuela, en ese caso, habla de “resignación” en lugar de “normalización”. “Los jóvenes no son tontos. Razonan acerca de lo que puede estar sucediendo en Sinaloa y no les agrada“. ¿Pero cómo pueden escapar del círculo de violencia en el que se ven envueltos? 

Niño sicario / Foto: Especial

¿Los narcocorridos, corridos tumbados o bélicos son una apología?

En la Edad Media, los juglares se encargaban de entretener a un público dentro o fuera de las cortes. Recitaban la poesía provenzal de los trovadores acompañados de instrumentos. Pero también eran mensajeros o transmitían noticias de un lugar a otro. Así es como se llegaron a contar las historias de guerras o batallas protagonizadas por héroes o figuras relevantes en la historia. 

Y así es como los narcocorridos han revelado detalles que sobre el fenómeno el narcotráfico que de otra manera no podrían saberse. La doctora Mondaca dice que como investigadora, los corridos son textos de alto valor literario que sirven para entender el fenómeno de lo que está ocurriendo. 

Mucha información que aparece en ese tipo de música no la conocemos, y cuando nos cuentan algunas historias de narcotráfico vamos entendiendo, aprendiendo ciertas claves porque también tienen códigos muy herméticos”. 

Nuestro entendimiento de los corridos sobre el narcotráfico se relaciona con el contexto de quien lo consume. Y desde fuera, lejos de las regiones donde el narcotráfico más ha permeado la vida de las personas, se entiende como una apología. 

Y lo es, pues es un canto donde se idolatran a los personajes que protagonizan hazañas conectadas a la actividad criminal.  Pero los narcocorridos o corridos tumbados y bélicos son una consecuencia de la realidad del narcotráfico, no al revés.

Lo primero que dicen es que incitan a la violencia, yo no comparto esa opinión porque es música que viene de un fenómeno que existe. Cuando se canta sobre narcotráfico es porque hay narcotráfico”, dice la doctora. 

Valenzuela cree también que es una apología al delito porque “glorifican mucho y terminan dando una imagen de algo superior y magnífico”. Pero al final, se glorifica una ficción. 

La glorificación de una ficción

La realidad de las infancias y los jóvenes en México que se involucran con el narcotráfico es extremadamente dolorosa. De acuerdo con la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM), las edades más tempranas para reclutar niños, niñas y adolescentes es de 7 a 9 años de edad. 

Ya una vez dentro, con el paso del tiempo van cambiando de posición. Empiezan desde abajo como punteros o pileros, y ascienden como halcones, tenderos y cocineros. Luego reciben adiestramiento formar para ser sicarios que podrían subir a la posición de comandante,  jefe de plaza y jefe mayor. 

Sin embargo, las víctimas funcionan más como carne de cañón, y escalar en las organizaciones no es fácil por diversas razones que van desde la brutalidad que requieren los puestos de mayor jerarquía y por ende, el número de promedio de vida que se cree es de tres años. De acuerdo con algunos investigadores, pasar de los 25 años es casi imposible. 

Foto: CJNG

Los narcocorridos o corridos tumbados y bélicos narran un estilo de vida ostentoso y de lujos, de los privilegios que se obtienen dentro de la organización al costo de cometer, quizá, atrocidades y crímenes diversos.

Pero al final, los protagonistas son pocos, los nombres que todos conocemos, aquellos que ocupan puestos de poder que se heredan o son imposibles de alcanzar. Se canta sobre los que deciden sobre vidas de esos jóvenes.

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En 2017 entré a Sopitas.com donde soy Coordinadora de SopitasFM. Escribo de música y me toca ir a conciertos y festivales. Pero lo que más me gusta es hablar y recomendar series y películas de todos...

Soy Max Carranza y me he pasado la vida rodeado de memes, cultura digital y bastantes horas frente a las pantallas. En el camino me encontré la pasión por abordar los temas sociales más urgentes e intentar...

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