Lo que necesitas saber:

Una labor históricamente hecha por mujeres fue injustamente arrebatada a manos de la religión, la iglesia y el machismo.

En Estados Unidos se consume tanta cerveza que algunos pensaron que Joe Biden planeaba restringir el consumo. Es que, ¿cómo decirle que no a una buena chela artesanal? ¡En Houston hasta tienen su propia iglesia de la cerveza!

Cada que te eches una chela tan fría que te quite la sed en un día caluroso, ¡agradece en nombre de las mujeres! Así es, gracias a las ‘alewives‘, hoy tenemos semejante elixir para acompañar platillos, fiestas y reuniones íntimas.

Alewives: las mentes maestras detrás de la cerveza

Ilustración de una alewife (alewives es el plural)/Foto: Especial

Allá por el año 1700 el histórico machismo orilla(ba) a las mujeres al ámbito doméstico: la conservación de los granos y cereales era de sus principales tareas. Ya fuera horneando pan… o haciendo cerveza. Las llamaban alewives.

¡Lotería! Cuando descubrieron que su chela era de tal calidad que la gente pedía más, la empezaron a vender. En secreto, claro, porque las mujeres no debían producir lana que les diera independencia.

Las alewives ponían escobas afuera de su casa como señal/Imagen: National Geographic

La solución fue que las alewives se uniformaran para que la clientela las ubicara. Siempre vistieron de colores oscuros pero, añadieron un sombrero puntiagudo para resaltar entre la gente. Además, ponían escobas afuera de sus casas para hacer saber que tenían cerveza a la venta.

Era común que un gato acompañara a las alewives para que espantaran a los roedores que gozaban de hurtar los granos usados para hacer chela. ¡Y un buen caldero no podía faltar! Tanto para hacerla como para transportarla.

Alewives perseguidas por ‘brujería’

Alewives uniformadas/Foto: Especial

Luego cayó la Reforma Protestante, con creencias más sexistas sobre lo que las mujeres “decentes” debían hacer. Número uno: no consumir y, mucho menos, producir cerveza o alcohol en general.

Fue entonces cuando los hombres vieron una minita de oro lista para ser robada, como los roedores que saqueaban granos. Además, tampoco les encantó tener mujeres emancipadas económicamente, ni la competencia.

Cuando armaron sus propios negocios de cerveza les pareció mejor idea eliminar a las alewives. ¿Cómo? Acusándolas de brujería. Esas “pociones” que preparaban las mujeres hacían que el mismísimo demonio entrara al cuerpo de las personas.

Imagen: Especial

Pero no era más que embriaguez y una que otra “malacopeada”. Sin embargo, los rumores corrieron y la imprenta se sumó difundiendo la escabrosa imagen de brujas con narices kilométricas, verrugas y rostros malvados.

¿Campaña de desprestigio? ¡Con todas sus letras! Que te acusaran de brujería no era cosa menor. Las brujas eran encarceladas, quemadas y asesinadas. ¿De dónde crees que sale la frase “cacería de brujas“?

¡Salucita por las “brujas”!

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