Lo que necesitas saber:
La desinformación, mitos y falta de investigación médica propagaron el rumor de la existencia de vampiros hace algunos siglos.
Tal vez exista la costumbre de imaginar un Stefan Salvatore —Vampire Diaries—, Edward Cullen —Twilight— o hasta un Bill Compton —True Blood— cuando pensamos en vampiros. Todos personajes salidos de exitosas series y películas.
La cultura pop, mitos y leyendas nos han vendido la idea de que un vampiro es absurdamente guapo, educado, sombrío y con una debilidad por la sangre humana. Generalmente, de una indefensa mujer que cae enamorada directamente a sus pies —o colmillos—. ¿Cómo nació este mito?
Los primeros vampiros de la historia
Mucho antes de que aparecieran los vampiros en un producto cultural, casi todas las culturas del mundo creían en deidades, brujas o demonios responsables de las tragedias que ocurrían.
Durante el siglo XVIII, según un artículo de la BBC, aparecieron los primeros vampiros en las fronteras de Austria y Hungría. En ese entonces no eran humanos, sino criaturas escalofriantes de extraña forma que chupaban sangre animal o humana.
En 1725 se usó la palabra vampiro por primera vez en un informe médico. Cuando Austria conquistó Serbia encontraron personas muertas a manos de Petar Blagojević, un hombre que, supuestamente les chupaba la sangre hasta matarlos. ¿Lo peor? Dicho personaje llevaba semanas muerto.
Le pusieron fin al mito desenterrando el cuerpo, clavándole una estaca de madera en el corazón y luego quemando los restos. Pasaron unos años y el vampirismo se extendió por Europa. ¿Cómo? Si se suponía que no existía.
La evidencia médica empezó a recolectar casos de cadáveres con sangre fresca en la boca y nariz, señal inequívoca de un vampiro que se había alimentado. ¿Y eso? No era más que el proceso de descomposición por el que pasa un cuerpo al morir.
Hoy sabemos que cuando morimos aumentan los gases en la zona abdominal, empujan los pulmones y hacen que el tejido en descomposición salga disparado por la boca y nariz. Al enterrar estacas en el cuerpo estos mismos gases se liberaban por la garganta, pasaban por las cuerdas vocales y parecían “gemidos” de dolor de un supuesto vampiro.
El vampirismo clínico, un caso psiquiátrico
El extraño deseo de beber sangre humana se registró en 1892. El psiquiatra Richard von Krafft-Ebing reportó casos de hombres que mutilaban y asesinaban mujeres porque la sangre los excitaba sexualmente.
Desde ahí había señales de algunos trastornos mentales no atendidos. Entonces, en 1964, los psicoanalistas Richard L. Vanden Bergh y John F. Kelley presentaron el vampirismo clínico bajo una idea freudiana: los humanos tenemos un impulso erótico natural masoquista.
Veinte años después el trabajador social Herschel Prins llegó a la conclusión de que el vampirismo no era más que una condición clínica asociada con la esquizofrenia, histeria, retraso mental y trastorno psicopático severo.
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Los vampiros modernos
Fue precisamente un médico el que escribió la primera novela sobre vampiros. Con los casos de la época y un poco de imaginación, perfiló al vampiro como un hombre elegante en busca de un cuello donde enterrar sus colmillos.
Luego Bram Stoker escribió Drácula y se encargó de posicionar mejor esta figura del vampiro. Incluso, a principios del siglo XX el psicólogo Richard Noll sugirió cambiarle el nombre de vampirismo clínico a síndrome Reinfield, inspirado en el personaje de Drácula.
El fanatismo por estos seres —impulsado por películas, series, libros, etcétera— ha llegado a tal punto que algunas personas se reúnen para seguir investigando. En Nueva Orleans hay grupos de “vampiros” atraídos por la estética o el misterio detrás.
Unos beben su propia sangre en pequeñas cantidades, otros se implantan prótesis de colmillos con valor de cientos de dólares. De hecho, un famoso grupo conocido como Meticus, ha revelado una especie de censo de vampiros a través de encuestas.
Antiguamente la falta de investigación, los mitos, histeria colectiva y poca evidencia científica propagaron la creencia de su existencia. Historias hay muchas y diferentes pero, hoy sabemos que los trastornos mentales nacieron antes que el mismo Drácula.
¿Serán los vampiros mero producto de ellos?